La música disco es un estilo infravalorado pero en el que hay mucho que descubrir y disfrutar. En 1974, la música disco era un fenómeno underground, pero sólo 3 años después, todo el mundo la bailaba con John Travolta. Aunque la música disco fue uno de los fenómenos musicales populares más prominentes de la década de los 70, nunca recibió el crédito que merecía. Aún hoy, sigue conservando un halo cutre y kitsch, y pocas personas creen que merezca la pena bucear en este estilo musical para encontrar joyas innovadoras.
El disco es un estilo "up-tempo" (acelerada) de la música dance de los años 70, especialmente el soul y el funk, y en sus comienzos se hizo popular entre las audiencias afro-americanas y gays de EEUU.
Antes de que la música disco existiera, el vocablo “discotèque-records” se usaba para hablar de la música que se pinchaba en los clubs privados y fiestas “alter-hours” de Nueva York como “The Loft” y “Better Days”. La música en cuestión era una mezcla de funk, soul e importaciones de Europa, la misma música que por aquella época pinchaba el DJ jamaicano Kool Herc en la escena Hip-Hop.
Los tiempos cambiaron, las drogas cambiaron (la droga “disco” por excelencia era el “Poppers”), y nuevos clubs como el “Paradise Garage” abrieron sus puertas. Por primera vez en la historia, se componían y producían las canciones con la palabra “discoteca” en mente. Los dorados años del disco terminaron con sus audiencias gays diezmadas por el SIDA. No se puede decir que la música disco fuera un fenómeno estrictamente gay, pero hay muchos gays famosos en esta escena musical, como Silvester, Giorgio Moroder y Patrick Cowley.
La música disco supone también el surgimiento de las “disco divas”, grandes cantantes de soul, funk o R&B, que trabajaban codo a codo con l@s productor@s grabando impresionantes partes vocales. Algunas de las más grandes son Loleatta Holloway, Taana Gardner, Gwen Guthrie, Aretha Franklin, o Gloria Gaynor.
Los 70 también vieron florecer el fenómeno del “gay clubbing”, que se convirtió casi en una religión, en un estilo de vida para muchos gays de grandes ciudades norteamericanas. La imagen “camp” y “glam” que el “gay-clubbing” imprimió a la música disco, hizo que a mediados de los años 70 se percibiera como la música de negros, gays y mujeres de clase obrera. Precisamente esos sectores no estaban representados entre la elitista clase de críticos de rock, que rechazaron de entrada este estilo tachándolo de poco serio.
Los tiempos cambiaron, las drogas cambiaron (la droga “disco” por excelencia era el “Poppers”), y nuevos clubs como el “Paradise Garage” abrieron sus puertas. Por primera vez en la historia, se componían y producían las canciones con la palabra “discoteca” en mente. Los dorados años del disco terminaron con sus audiencias gays diezmadas por el SIDA. No se puede decir que la música disco fuera un fenómeno estrictamente gay, pero hay muchos gays famosos en esta escena musical, como Silvester, Giorgio Moroder y Patrick Cowley.
La música disco supone también el surgimiento de las “disco divas”, grandes cantantes de soul, funk o R&B, que trabajaban codo a codo con l@s productor@s grabando impresionantes partes vocales. Algunas de las más grandes son Loleatta Holloway, Taana Gardner, Gwen Guthrie, Aretha Franklin, o Gloria Gaynor.
Los 70 también vieron florecer el fenómeno del “gay clubbing”, que se convirtió casi en una religión, en un estilo de vida para muchos gays de grandes ciudades norteamericanas. La imagen “camp” y “glam” que el “gay-clubbing” imprimió a la música disco, hizo que a mediados de los años 70 se percibiera como la música de negros, gays y mujeres de clase obrera. Precisamente esos sectores no estaban representados entre la elitista clase de críticos de rock, que rechazaron de entrada este estilo tachándolo de poco serio.
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